Viólame la mente, que eso me pone
El humo no es más que el recuerdo constante de que nos estamos consumiendo a cada calada

jueves, 21 de agosto de 2014

Borrador de diciembre de 2012

Esta es la carta de amor que debía haberte escrito hace mucho tiempo, todo lo que no te dije, todo lo que me quemaba por dentro y disparaba directo a tu a pecho, debería haberte dicho que te amaba, mucho antes, cuando aun estábamos a tiempo [cuando aún yo estaba a tiempo] Cuando te conocí era un cadaver, sí, sé que andaba, respiraba y parloteaba pero me faltaba la motivación, la intensidad, la alegría, la tristeza [me faltaba el aliento que tú depositaste en mi nuca aquel día] que marcan la diferencia entre querer vivir tu vida y estar estar en ella porque por no tener no tienes ni las ganas de acabar con ella. Te ame desde el segundo momento, con tal ardor y pasión que a día de hoy no he podido volver si quiera a imaginar o aspirar a algo así, cada segundo que pasaba contigo vivía en un orgasmo constante mientras un corsé de espinas oprimía mi cuerpo por no sentirme digna de aspirar a que alguien como tú, en tu pedestal del que el tiempo te ha derribado, me dirigiera algo más que una mirada, me sentía a tu sombra [y no sabes que es vivir en la sobra de la oscuridad de alguien], para mi eras un ser todopoderoso, un misterio, un enigma, un acertijo, un profeta y un mesías. Para mi tú eras todo Todo lo que yo no era y nunca sería Soy insegura, era tímida, no era el momento, sé que debería haber hablado claro mucho antes de lo que tú lo hiciste [ya me he perdonado a mi misma], ese tiempo, esa mierda, a pesar de obviarla un tiempo dejó una herida, una herida que mi demencia fue abonando para que germinara y brotara la peor parte de mi, y así, cuando todo iba bien yo empecé a adentrarme en mi propio infierno, las heces vertidas durante meses, fermentadas al calor de las otras mujeres que habían acompañado tu lecho parieron un monstruo [yo]. Te amaba, te amaba con tal devoción que te antepuse tanto a mi misma que mi orgullo y vanidad al hacer acto de presencia habías quedado tocadas y hundidas, jamás volveré a dar tanto por nadie y sé que jamás nadie dará tanto por mi. Comprende que los sentimientos que tú marchitaste se volvieran en tu contra, Todo aquel amor se convirtió en ascuas en mis manos, quería verte arder, quería destruirte, quería que lloraras lo que yo había llorado, que sintieras la impotencia, la ansiedad, que sintieras lo que era que te apuñalaran, maltrataran y humillaran, quería tirarte al barro y ahogarte en él yo misma. Me amaste demasiado tarde, cuando todo lo bello que podía haber ofrecido no eran más que cenizas humeantes No pido perdón pues creo que el tiempo y el purgatorio por el que he pasado ha borrado mis pecados de mi frente, pido que me comprendas, y, si aun queda algo en ti de la persona a la que ame que aprendas de ello. Quiero que seas feliz, quiero que ames todo lo que yo ya he visto que no puedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario